miércoles, 5 de junio de 2024

Maestros de la felicidad


         Antonio García Teijeiro entrevistó a Rafael Narbona en el Club Faro en Vigo el miércoles 10 de abril de 2024 con motivo de la presentación de su último libro Maestros de la felicidad. De Sócrates a Viktor Frankl, un viaje único por la historia de la filosofía. Roca editorial.

    “Rafael Narbona (Madrid, 1963) ha sido profesor de filosofía y hoy es uno de los críticos literarios y periodistas culturales más reconocidos en España. […] Actualmente participa en el programa Julia en la onda (Onda Cero), y cuenta con un éxito arrollador en sus redes sociales, con más de 120 000 seguidores en X. […] Vive con su mujer, Piedad, en un pequeño pueblo castellano, junto con sus perros y una biblioteca de más de 10 000 volúmenes”.

    Narbona, R. (2024): “Maestros de la felicidad. De Sócrates a Viktor Frankl, un viaje único por la historia de la filosofía”. (Solapa de la portada). Roca editorial

     Una de las novedades de este libro de historia de la filosofía es que introduce emocionantes relatos de su vida más íntima y personal e historias de superación personal de sus alumnos y alumnas del Instituto donde impartió clases. Ya durante la charla hizo mención a circunstancias familiares adversas como una profunda depresión de la que consiguió salir, en parte, gracias a la filosofía, como cuenta al final del libro:

     “Miro hacia atrás y no sé si he conseguido materializar el propósito de este libro: exaltar la vida, mostrar que el ser humano puede elegir, que no es una marioneta en manos de la fatalidad, que es posible salir de esas regiones sombrías donde a veces deambulamos sin esperanza, que el dolor psíquico puede superarse, que el optimismo no es una ingenuidad, sino un ejercicio de lucidez, que la filosofía lejos de ser una disciplina inútil, nos ayuda a vivir mejor

Narbona, R. (2024): “Maestros de la felicidad. De Sócrates a Viktor Frankl, un viaje único por la historia de la filosofía”. (p. 535). Roca editorial

¿Qué es el modelo biologicista de la psiquiatría que sufrió Rafael Narbona?

    Este relato personal e íntimo que Rafael Narbona cuenta con respecto a su enfermedad mental me parece muy ilustrativo sobre lo difíciles que son los diagnósticos y tratamientos en salud mental:

     “Desde los años ochenta, la psiquiatría trabaja con un paradigma biologicista, según el cual todas las enfermedades mentales tienen una base fisiológica. Esta teoría ha provocado que millones de personas consuman antidepresivos, neurolépticos y benzodiacepinas durante largos períodos, sin experimentar en muchas ocasiones mejorías significativas. Algunos médicos y psiquiatras (Joanna Moncrieff, Peter C. Gøtzsche, James Davies) han comenzado a pedir un cambio de paradigma para abordar los problemas de salud mental, apuntando que se tiende a medicalizar el sufrimiento. Muchas de las supuestas patologías que se diagnostican son simples cuadros de dolor psíquico agudo, susceptibles de curación con apoyo psicológico y social. Decirle a una persona que sufre una patología irreversible con una base bioquímica suele provocar que se hunda en el desaliento y el pesimismo”.

[…]

    “Cuando desbordado por el sufrimiento, yo acudí a un psiquiatra me recetaron amitriptilina, un antidepresivo tricíclico. Seis semanas después, sufrí un brote de manía. Apenas dormía, no podía parar de hablar, hice compras irresponsables, cambié de forma de vestir, me irritaba por cualquier motivo. Empecé a albergar fantasías suicidas y mis ideas políticas se radicalizaron. Cuando se lo comenté al psiquiatra, afirmó que en realidad no sufría una depresión, sino trastorno bipolar y aumentó la dosis de amitriptilina, añadiendo oxcarbazepina, un antiepiléptico y lormetazepam, una benzodiacepina. Empeoré dramáticamente hasta el punto de que no pude continuar con mi vida normal. Después llegaría la baja que me apeó de la enseñanza y me convirtió en un jubilado prematuro.

    Tras leer varios estudios sobre los riesgos de los psicofármacos y el error que representaba medicalizar el sufrimiento, decidí retirarme la medicación poco a poco. Primero, prescindí del lormetazepam. Después de la oxcarbazepina y, finalmente, de la amitriptilina. La retirada del antidepresivo, que me llevó dos años, restableció mi equilibrio. Desaparecieron el mal humor, la agitación, los cambios bruscos de ánimo, las conductas irresponsables. Prescindir de los psicofármacos fue una experiencia durísima, pues —aunque la industria farmacéutica sostenga lo contrario— crean dependencia. No son drogas recreativas que produzcan el deseo compulsivo de consumirlas, pero el organismo se acostumbra a depender de estímulos químicos, y cuando se suprimen aparecen síntomas como insomnio, cefaleas, dolores musculares, agitación psicomotriz, ansiedad. A fin de cuentas, los psicofármacos, como señala la psiquiatra Joanna Moncrieff, intoxican el cerebro y alteran el sistema nervioso central. Aún tengo problemas para conciliar el sueño y mantenerlo, pero poco a poco estoy consiguiendo volver a dormir de forma natural. No pretendo generalizar mi experiencia ni mucho menos recomendar a nadie que interrumpa su medicación, pero sería deshonesto ocultar lo que he vivido. Pienso que acudí al psiquiatra, como millones de personas, buscando huir del sufrimiento y, erróneamente, se trató mi dolor como una patología biológica y se me recetaron unos psicofármacos que solo me hicieron daño. Mi supuesta bipolaridad fue un efecto de la medicación. Antes de tomar antidepresivos, nunca había sufrido cuadros de manía, y ahora que llevo cinco años sin medicación, no he vuelto a experimentar esa clase de síntomas. A veces se apodera de mi la melancolía, pero eso no es una enfermedad, sino una reacción emocional a una forma de ser”.

Narbona, R. (2024): “Maestros de la felicidad. De Sócrates a Viktor Frankl, un viaje único por la historia de la filosofía”. (pp. 525, 526, 529, 530, 531). Roca editorial

¿Conoces al psiquiatra Viktor Frankl y su método terapéutico: logoterapia?

    De entre todos los protagonistas de la Historia de la Filosofía sobre los que nos habla de forma tan amena Rafael Narbona, yo te escojo a uno de mis favoritos: Viktor Frankl, cuyo libro El hombre en busca de sentido, ya tuve oportunidad de leer hace mucho tiempo y recuerdo que me había encantado. Ahora te acerco algo de lo que nos cuenta sobre él nuestro autor: 

    “Se conoce a Viktor Frankl por su trágica experiencia en distintos campos de concentración nazis, pero conviene recordar que no solo fue un testigo particularmente lúcido, sino un psiquiatra y neurólogo que inventó la logoterapia, un método curativo orientado a superar el dolor psíquico mediante elaboración de metas y objetivos. La logoterapia menos retrospectiva y menos introspectiva que el psicoanálisis, está orientada hacia el futuro. La apertura al porvenir rompe el ensimismamiento neurótico, que vuelve una y otra vez a sus obsesiones, reforzándolas con sus pensamientos recurrentes. La logoterapia considera que la principal motivación del ser humano no es la búsqueda de placer o poder, sino la búsqueda de sentido”.

[…]

    “Viktor Frank, superviviente de Auschwitz, Dachau y otros campos de exterminio, sostenía que al ser humano se le podía arrebatar todo, menos la capacidad de elegir la forma de afrontar los hechos. No se limitaba a teorizar. Su mujer, Tilly Grosser, había muerto en Bergen-Belsen el día de su liberación. Debilitada por las penalidades, fue aplastada por una multitud que se abalanzó hacia la puerta de entrada al descubrir la presencia de tropas británicas. El ser humano no es una cosa entre las cosas, sino un sujeto racional. No se limita a existir, sino que decide. Frankl cita un aforismo de Nietzsche: “Quien tiene un porqué para vivir, encontrará casi siempre un cómo”. Sin una meta o un porqué, no se puede sobrevivir a las penalidades. No hay que esperar algo de la vida. Es “la vida la que espera algo de nosotros”. No podemos eludir esa responsabilidad, salvo que estemos dispuestos a destruir nuestra propia esencia moral y racional. Frankl incorporó lo que había aprendido en el Lager a su trabajo como psiquiatra y creó la logoterapia, según la cual lo que caracteriza al ser humano no es la búsqueda del placer (Freud) o de poder (Nietzsche), sino la búsqueda de sentido. Lo verdaderamente humano es la capacidad de pensar y realizar un proyecto. El sentido aparece cuando experimentamos una tensión hacia un fin noble y racional: “El sufrimiento deja de ser en cierto modo sufrimiento en el momento en que se encuentra un sentido, como puede serlo el sacrificio”. Frankl niega que el ser humano esté totalmente condicionado o determinado. Las circunstancias nos imponen límites, pero siempre existe la posibilidad de transcenderlos o afrontarlos de una forma digna, inteligente y creativa”.

    Narbona, R. (2024): “Maestros de la felicidad. De Sócrates a Viktor Frankl, un viaje único por la historia de la filosofía”. (pp. 95, 96, 505). Roca editorial


      Como despedida de este artículo te dejo este precioso párrafo sobre el valor de lo  que representó  para Rafael Narbona la publicación de su libro:

     “Dicen que el paraíso era un hermoso huerto, con árboles frutales y bañado por ríos de aguas cristalinas, pero yo creo que el paraíso no es un lugar, sino un estado de ánimo. Eso sí, aunque no tiene árboles ni plantas, necesita que lo cuidemos con ternura y paciencia. Este libro es mi forma de regar ese huerto que desatendí durante tanto tiempo”.

    Narbona, R. (2024): “Maestros de la felicidad. De Sócrates a Viktor Frankl, un viaje único por la historia de la filosofía”. (p. 523). Roca editorial

     Aprende, comparte y sonríe”. (Ins.:@iglesias.paulino)

    Un saludo muy afectuoso.

    Paulino.

 

Fuente del vídeo: https://www.youtube.com/watch?v=_3CRJfU9Fbs