sábado, 18 de octubre de 2025

La solución del azúcar en la sangre

El doctor Mark Hyman  (https://www.instagram.com/drmarkhyman/), autor de “La solución del azúcar en la sangre”, es licenciado en Medicina por la Universidad Cornell y se graduó magna cum laude en la Facultad de Medicina de la Universidad de Otawa. Ha dedicado su carrera a identificar y tratar las causas principales de las enfermedades crónicas a través de la medicina funcional. Algunos de sus libros han sido incorporados en varias ocasiones a la lista de más vendidos de The New York Times. Es fundador y director médico de The UltraWellness Center en Lenox, Massachusetts.

         En este libro, además de los estudios científicos y  los casos de los pacientes  de su  consulta, recoge también muchos cuestionarios y pruebas analíticas que facilitan el conocimiento de las verdaderas causas de las enfermedades crónicas, esencia de la “Medicina Funcional” que desarrolla en su clínica.

          De “La solución del azúcar en la sangre” te extraigo 7 cuestiones a las que contesto a lo largo del artículo del blog: “Lecturas para compartir”; y que espero te aporten, como a mí, conocimiento y entretenimiento:

1. ¿A qué llama Mark Hyman  “diabesidad”?

2. ¿Qué se entiende por “prediabetes"?

3. ¿En qué consiste el proceso de la nutrigenómica?

4. ¿Cómo surgen las enfermedades según “la medicina funcional”?

5. ¿Qué provoca la inflamación crónica?

6. ¿Tomar un café está sobrevalorado?

7. ¿Realmente es necesario que tomemos  suplementos vitamínicos?

1. ¿A qué llama Mark Hyman  “diabesidad”?

            Mark Hyman nos explica qué quiere decir con ese término y la relevancia que tiene en nuestra salud:

 “¿Qué hay tras un nombre? En realidad, la resistencia a la insulina, síndrome metabólico, síndrome X, obesidad, prediabetes, diabetes “de adulto” o diabetes tipo 2 son esencialmente un solo problema. Algunos varían en gravedad, pero todos pueden tener consecuencias mortales. El diagnóstico y tratamiento de las causas ocultas o subyacentes que desencadenan todos esos trastornos son los mismos.

Diabesidad es un término más integral para describir el tránsito de un equilibrio óptimo de azúcar en la sangre hacia la resistencia a la insulina y a una diabetes pertinaz.

[…]

Casi todas las personas con más peso del recomendado (más del 70 por ciento de los adultos estadounidenses) tienen “prediabetes” y corren riesgos significativos de enfermedades y muerte. Pero no lo saben. Peor aún: si bien la palabra diabesidad está compuesta por los conceptos de “obesidad” y “diabetes”, hasta las personas que no sufren sobrepeso pueden enfrentarse a ese problema. Se trata de las personas delgadas con tripa. O sea, son “fofas” (sin masa muscular suficiente) en vez de tener más peso del recomendado,  y además tienen algo de grasa adicional alrededor de la parte central del cuerpo, o “grasa en el abdomen”. Actualmente no existen recomendaciones nacionales de pruebas médicas, normativas de tratamiento, medicamentos aprobados, ni reembolsos a proveedores de cuidados de salud para el diagnóstico y tratamiento de trastornos que no sean diabetes pertinaz. Piensa en eso. No se espera, ni se capacita, ni se paga para que los médicos diagnostiquen y le den tratamiento a la principal enfermedad crónica en Estados Unidos, la cual, conjuntamente con el hábito de fumar, provoca casi todos los grandes problemas de salud del siglo XXI, incluyendo enfermedades cardiacas, derrames cerebrales, demencia e incluso cáncer. Pero la buena noticia es que en este libro hay una solución científicamente probada que he trazado para ti”.

Hyman, Mark.  (2023): “La solución del azúcar en la sangre”. (pp. 1 y 2). Aguilar.

2. ¿Qué se entiende por “prediabetes?

        En el artículo del libro de  ¿Por qué enfermamos?  (https://paulino-iglesias.blogspot.com/2025/09/por-que-enfermamos.htmlya hablaba de la prediabetes y Mark Hyman también defiende que:

La idea más importante de este libro es que la prediabetes no es “pre” de nada. Es una enfermedad mortal que desencadena los más grandes asesinos: infartos de miocardio, derrames cerebrales, cáncer, demencia y tantos otros.

[…]

                La prediabetes puede provocar hasta una “predemencia” o discapacidad cognitiva ligera, o sea, algo similar a las primeras etapas del alzhéimer. Estudios recientes han demostrado que los diabéticos corren un riesgo cuatro veces mayor de padecer alzhéimer, y los pacientes con prediabetes o síndrome metabólico corren un riesgo mucho mayor de predemencia o discapacidad cognitiva ligera (MCI, por sus siglas en inglés). Ni siquiera tienes que padecer diabetes para sufrir daño cerebral y pérdida de la memoria debido a altos niveles de insulina y resistencia a la insulina. El simple hecho de tener prediabetes puede llevarte a la predemencia. La enfermedad de alzhéimer es considerada en la actualidad como una diabetes tipo 3. Estudios recientes revelan que en la medida en que aumenta tu perímetro abdominal, disminuye el tamaño de tu cerebro. Además, afecta a tu funcionamiento cerebral. Un extraordinario estudio con imágenes del cerebro hecho por el doctor Daniel Amen y sus colegas puso de manifiesto que la obesidad estaba asociada con un menor flujo sanguíneo en la corteza prefrontal (la porción del cerebro que controla la toma de decisiones ejecutivas como: “¿Me como esa rosquilla ahora mismo o no?”)

Hyman, Mark.  (2023): “La solución del azúcar en la sangre”. (pp. 31 y 34). Aguilar.

3. ¿En qué consiste el proceso de la nutrigenómica?

        El doctor Mark Hyman da más relevancia a la calidad de los alimentos que tomamos  que al peso que mantenemos para el desarrollo de nuestra salud y bienestar: 

        “Aunque la pérdida de peso es vital e importante para lograr una salud óptima, lo que estamos descubriendo en pacientes sometidos a una cirugía de desviación gástrica es que incluso un cambio total de la dieta en un breve lapso de tiempo crea cambios metabólicos impresionantes. Todos los parámetros que creíamos vinculados a la obesidad, tales como altos niveles de azúcar en la sangre, colesterol alto, hipertensión, inflamación y obstrucción de arteria, se reducen enormemente incluso sin una pérdida de peso significativa, debido a los rápidos efectos de los cambios en la dieta que controlan qué genes se activan o desactivan. Este proceso se conoce como nutrigenómica: la forma en que los alimentos dialogan con nuestros genes. Si bien la pérdida de peso es importante, lo es más la calidad de los alimentos que ingerimos. Estos son la información que cambia de inmediato nuestro metabolismo y nuestros genes.

                Lo contrario también es cierto, como aprendimos en un estudio publicado en la revista New England Journal of Medicine, donde se analizaba el caso de una mujer a la cual le extrajeron 20 kilos de grasa abdominal con una liposucción. La paciente no mostró cambios en ninguno de los marcadores metabólicos de obesidad, incluidos el azúcar en la sangre, el colesterol, la tensión y la inflamación. A pesar de perder 20 kilos, siguió enferma.

        La moraleja de todo lo anterior es que la calidad de los alimentos que incorporamos a nuestro organismo rige el funcionamiento de nuestros genes, metabolismo y salud en general. No se trata de una simple cuestión de peso o de calorías ingeridas/calorías quemadas. Consumir alimentos potentes, alteradores de genes, integrales, naturales y frescos que tú cocinas puede cambiar rápidamente tu biología. Perderás peso al equilibrar tus sistemas, no al matarte de hambre. La solución del azúcar en la sangre es como someterse a una desviación gástrica sin el dolor de la cirugía, los vómitos y la desnutrición”.

Hyman, Mark.  (2023): “La solución del azúcar en la sangre”. (pp. 41 y 42). Aguilar.

4. ¿Cómo surgen las enfermedades según “la medicina funcional”?

El plan más ambicioso de La solución del azúcar en la sangre es, que aprendamos a reconocer el equilibrio de los siete sistemas fundamentales de nuestro organismo, en los que se basa la medicina funcional:

“El método que la medicina funcional adopta ante la enfermedad no es un nuevo tratamiento, modalidad, especialidad o técnica. Tampoco es medicina integrativa o alternativa. Es el futuro de la medicina: aplicar nuevos descubrimientos de la biología acerca de cómo enfermamos realmente y cómo podemos crear salud. Es darle tratamiento a todo el sistema y no solo al síntoma. Además, aplica la ciencia más avanzada en un método clínico práctico al servicio de nuestra salud. Es una forma de pensar que se centra en la pregunta de “¿por qué?, o sea, la causa; y no solo en “¿qué?, o el nombre de la enfermedad.

[…]

Imagínate que vas al médico y le dices que no tienes energía, que te sientes triste, desvalido, desesperanzado, que no puedes dormir y que has perdido el interés en la comida y en las relaciones sexuales.

Es probable que tu médico te diga: “Ya sé lo que te ocurre. Estás deprimido. Necesitas un antidepresivo”. Pero la “depresión” es solo un nombre que le damos a ese conjunto de síntomas, que nada dice acerca de su causa.

Los síntomas de depresión pudieran ser resultado de un trauma emocional; una reacción autoinmune al gluten que afecta al funcionamiento de la tiroides; deficiencia de vitamina B12 porque estás tomando un protector de ácido que evita su absorción; deficiencia de vitamina D porque vives en Seattle; inflamación intestinal por tomar demasiados antibióticos que matan la flora normal; grandes cantidades de mercurio en el organismo porque te encanta el pescado; deficiencia de omega-3 porque detestas el pescado; o resistencia a la insulina porque consumes demasiado azúcar. El diagnóstico y tratamiento de cada una de esas causas es muy diferente. Lo mismo ocurre con la obesidad, la diabetes y cualquiera de los miles de síntomas clasificados como “enfermedades” en nuestros libros de medicina.

Ahora tenemos un sistema de clasificación de enfermedades basado en la ubicación o geografía del cuerpo (cabeza, articulaciones, estómago) y por síntomas. En la actualidad hay más de 12.000 diagnósticos, y en el nuevo sistema de clasificación tendremos 155.000 enfermedades diferentes. Eso no tiene sentido. La medicina funcional reconoce que casi todas las enfermedades surgen a partir de desfases en los pocos sistemas claves de tu organismo (los sietes pasos) que ocurren cuando tienes demasiadas cantidades de algo (toxinas, microbios, alérgenos, dieta insuficiente, estrés) o cantidades insuficientes de algo (alimentos naturales y enteros, nutrientes [vitaminas y minerales], luz, agua, aire, sueño, movimiento, ritmo, amor, conexión, significado y propósito).

[…]

Hay siete sistemas fundamentales en nuestro organismo que pueden descontrolarse. Para curarnos de la diabesidad, o vencer cualquiera de las demás enfermedades crónicas que podemos padecer, es preciso volver a equilibrar estos siete sistemas fundamentales. En la Parte II exploraremos los desequilibrios de estos sistemas y las formas de corregirlos:

Paso 1. Estimula tu nutrición.

Paso 2. Regula tus hormonas

Paso 3. Reduce la inflamación.

Paso 4. Mejora tu digestión.

Paso 5. Maximiza la desintoxicación.

Paso 6. Perfecciona el metabolismo energético.

Paso 7. Tranquiliza tu mente”.

        Hyman, Mark.  (2023): “La solución del azúcar en la sangre”. (pp. 70, 74 y 75). Aguilar.

5. ¿Qué provoca la inflamación?

        En el paso 3, citado anteriormente, Reduce la inflamación, el doctor Mark Hyman nos explica las posibles causas de la inflamación, que a su vez producen resistencia a la insulina y provocan la mayoría de las enfermedades crónicas:

 “Uno de los descubrimientos médicos más significativos del siglo XXI es que la inflamación es el vínculo común que conecta no solo las enfermedades autoinmunes y alérgicas obvias, sino también la mayoría de las enfermedades crónicas, incluidas las cardiacas, la obesidad, la diabetes, el cáncer, la demencia y la depresión. De hecho una inflamación descontrolada provoca resistencia a la insulina, la cual como ahora sabemos, es el factor principal de todas esas enfermedades, aparte de la autoinmunidad y la alergia. La resistencia a la insulina crea aún más inflamación y toda la “casa biológica” se incendia.

[…]

¿Qué provoca esta inflamación? Varios estudios recientes destacan algunas causas básicas que podemos identificar y tratar directamente.

El azúcar, carbohidratos refinados, grasas transgénicas, demasiadas grasas inflamatorias omega-6 provenientes de aceites vegetales procesados (como el de soja o de maíz), edulcorantes artificiales, alergias y sensibilidades ocultas a los alimentos, infecciones crónicas, desequilibrios en las bacterias intestinales, toxinas medioambientales, estrés y un estilo de vida sedentario propician inflamación. Por supuesto, la pregunta clave para ti es cuáles de esos factores son la fuente de inflamación, y la respuesta es diferente según cada persona. Si quieres vencer la diabesidad, tienes que encontrar todas las fuentes de inflamación existentes en tu vida y eliminarlas. La solución del azúcar en la sangre  te ayudará a lograrlo”.

        Hyman, Mark.  (2023): “La solución del azúcar en la sangre”. (pp. 114 y 115). Aguilar.

6. ¿Tomar un café está sobrevalorado?

Mark Hyman nos cuenta que una ingestión rápida de  azúcar o cafeína nos da un breve impulso, luego se produce la crisis y las ansias de comer; así que:

“Recuerda que aunque no hagas nada más de lo que te recomiendo en este libro, la eliminación del azúcar, los carbohidratos refinados, los alimentos procesados, las grasas transgénicas, la cafeína y el alcohol provocará profundos efectos en tu peso, energía, estado de ánimo y salud en solo unas semanas. Por tanto, tómate esas vacaciones de las drogas. Serán las mejores vacaciones de tu vida.

[…]

Cuando estudiaba medicina, todos tomaban café y yo comencé a consumir mi taza diaria. Al hacerlo, noté que me daba mucho sueño por la tarde, y necesitaba más cafeína o azúcar para mantenerme despierto. Me di cuenta de que el café era la causa, dejé de tomarlo y volví a tener energía. Muchos de mis pacientes quedan atrapados en este ciclo. La mayoría duerme demasiado poco. Pero la cafeína no compensa la falta de sueño.

Cuando elimines la cafeína, te sentirás más cansado los primeros días e incluso puede dolerte la cabeza. Esos síntomas de abstinencia son una señal indudable de adicción. Pero cuando logres desintoxicarte, tendrás más energía de la que tenías cuando consumías cafeína.

A continuación, cómo puedes dar término a tu adicción de la forma menos dolorosa.

1.       Comienza un fin de semana cuando puedas dormir lo suficiente.

2.       Reduce la dosis a la mitad todos los días hasta que consumas media taza de café al día. Luego, deja de beberlo

3.       Bebe abundante agua.

4.       Toma 1.000 mg diarios de vitamina C.

5.       Si te duele la cabeza, vete a la cama, o si lo consideras necesario tómate un par de píldoras analgésicas Advil”.

        Hyman, Mark.  (2023): “La solución del azúcar en la sangre”. (pp. 186 y 187). Aguilar.

7. ¿Realmente es necesario que tomemos  suplementos vitamínicos?

            El doctor Mark Hyman nos habla de la importancia de los nutrientes:

          “Nuevas evidencias científicas han demostrado la importancia de los nutrientes como contribuyentes esenciales en nuestra bioquímica y metabolismo. Son el aceite que engrasa las ruedas de nuestro metabolismo. Y las deficiencias a gran escala de nutrientes que sufre la población, como las grasas omega-3, vitamina D, ácido fólico, cinc, hierro y magnesio, se han documentado ampliamente en extensas investigaciones patrocinadas por el gobierno. Parecería una paradoja, pero la obesidad y la desnutrición van aparejadas. Los alimentos procesados con gran contenido de azúcar y calorías casi no contienen nutrientes, pero necesitan muchas más vitaminas y minerales para ser metabolizados. Es un daño doble.

         Hay cuatro razones principales de nuestra carencia de nutrientes. Primero, dejamos de comer alimentos salvajes que contienen niveles muchísimo más altos de vitaminas, minerales y grasas esenciales. En segundo lugar, debido al agotamiento de las tierras de cultivo y las técnicas de agricultura industrial e hibridación, los animales y las verduras que consumimos tienen menos nutrientes. En tercer lugar, los alimentos procesados que se fabrican industrialmente no tienen nutrientes. Y en cuarto lugar, la carga total de toxinas medioambientales, la falta de luz solar y el estrés crónico provocan una necesidad mayor de nutrientes.

         Por esa razón, todos necesitan un buen multivitamínico, aceite de pescado y vitamina D. También recomiendo probióticos porque la vida moderna, la dieta, los antibióticos y otros medicamentos dañan nuestro ecosistema intestinal, una parte vital de nuestro sistema para mantenernos sanos y delgados. Las personas que padecen de diabesidad necesitan nutrientes adicionales para reajustar y corregir los desequilibrios metabólicos, mejorar el funcionamiento de la insulina, equilibrar el nivel de azúcar en la sangre y reducir la inflamación”.

 Hyman, Mark.  (2023): “La solución del azúcar en la sangre”. (p. 250). Aguilar.

        Con mucho cariño.

        Paulino

lunes, 8 de septiembre de 2025

¿Por qué enfermamos?

@glucosegoddess 

“Benjamin Bikman (@benbikmanphd) es médico , profesor e investigador de Fisiología y Desarrollo Biológico en el Brighman Young University, en Provo, Utah.

Asimismo, dado su renombre como científico a nivel internacional, ha colaborado en libros de autores best seller, es cofundador de HLTH Code y de Insulin IQ Coaching, dos propuestas basadas en dietas y estilos de vida para optimizar y mejorar la calidad de vida y la salud”

                La cita anterior figura en la solapa interior de su libro “¿Por qué enfermamos? Descubre y aprende a combatir la epidemia oculta tras las enfermedades crónicas”  que fue recomendado por Jessie Inchauspé (@GlucoseGoddess), autora de “La revolución de la glucosa”  comentado en mi blog Lecturas para compartir: https://paulino-iglesias.blogspot.com/2025/08/la-revolucion-de-la-glucosa.html.

     “Para sacarle todo el jugo a este libro, será necesario que no olvides cuáles son las tres razones por las que lo escribí:

    1. Ayudar a divulgar entre la población qué es la resistencia a la insulina, el trastorno de salud más frecuente en todo el mundo.

    2. Proporcionar información acerca de la relación entre la insulina y las enfermedades crónicas.

    3. Explicar qué se puede hacer frente a la resistencia a la insulina”.

Bikman, Benjamin.  (2024): “¿Por qué enfermamos? Descubre y aprende a combatir la epidemia oculta tras las enfermedades crónicas. (p. 17). Edaf.

Esos tres objetivos anteriores marcan la división del libro en tres partes:

    Parte I: El problema. ¿Qué es la resistencia a la insulina y por qué importa?

                Parte II: Causas. ¿Por qué adquirimos la resistencia a la insulina?

                Parte III: La solución. ¿Cómo se puede luchar contra la resistencia a la insulina?

                De cada parte te extraigo un par de de conocimientos sobre las últimas investigaciones del funcionamiento de nuestro cuerpo y lo que se esconde detrás de algunas enfermedades crónicas que padecemos.


Parte I: El problema. ¿Qué es la resistencia a la insulina y por qué importa?

Como dice el Dr. Benjamin yo también creía que la insulina era algo relacionado con los diabéticos y que no tenía nada que ver con toda la población en general; pero ahora comprendo un poquito más la relevancia que tiene en el buen funcionamiento de nuestro organismo y los problemas que tenemos cuando nuestras células presentan la “resistencia a la insulina”.

“La resistencia a la insulina es una epidemia de la que probablemente jamás hayas oído hablar.

                Aunque muchos de nosotros la desconocemos, esa misma ignorancia ayuda a enmascarar su prevalencia: se sabe que la padecen la mitad de toda la población adulta de los Estados Unidos y aproximadamente uno de cada tres estadounidenses.

[…]

        Si pretendemos comprender la resistencia insulínica, es imprescindible comenzar por una base firme y conocer la propia insulina. Mucha gente cree que se trata de un fármaco para diabéticos. Pero en realidad, es una hormona que se genera en nuestro organismo de forma natural (salvo si sufrimos diabetes tipo I, tema al que volveremos más adelante). ¿Qué es la resistencia a la insulina? Como la mayoría de las hormonas, la insulina es una proteína que se sintetiza en una parte del cuerpo, viaja a través de la sangre y afecta a otras partes del organismo. En su caso, se origina en el páncreas, un órgano pequeño encajado bajo el estómago. La función más conocida de la insulina consiste en regular los niveles de la glucosa en sangre. Cuando ingerimos alimentos que incrementan los niveles de glucosa en la sangre, el páncreas secreta insulina, hormona que a su vez “abre las puertas” para escoltar a la glucosa y acompañarla desde la sangre hacia diversas partes del organismo, como el cerebro, el corazón, los músculos y  tejidos adiposos. Pero es que la insulina no se limita a regular la presencia de la glucosa en la sangre, sino que afecta a cada célula de todos los tejidos del cuerpo: una audiencia colosal, desde luego. No es algo muy frecuente entre las hormonas, que generalmente tan solo afectan a un solo órgano individual o a un puñado de ellos. Pero resulta que la mano de la insulina llega a todas las células. Por ejemplo, si se une a una célula hepática, la insta a sintetizar grasas (entre otras cosas) y si llega a una célula muscular la obliga a fabricar nuevas proteínas (entre otras cosas). Desde el encéfalo hasta las uñas de los pies, la insulina regula cómo aprovecha cada célula la energía, altera sus dimensiones, influye en la producción de otras hormonas o incluso determina si las células deben continuar vivas o perecer.

[…]

                ¿Cómo definir la resistencia a la insulina?

                De la forma más resumida y simplificada, diríamos que la resistencia a la insulina es una respuesta reducida a la hormona llamada insulina. Cuando una célula deja de responder a la insulina, lo cual puede provocar diversas condiciones (que abordaremos más adelante), se vuelve resistente a la insulina. A medida que aumenta el número de células insulinorresistentes en todo el organismo, se considera que esa persona se vuelve resistente a la insulina”.

Bikman, Benjamin.  (2024): “¿Por qué enfermamos? Descubre y aprende a combatir la epidemia oculta tras las enfermedades crónicas. (pp. 21, 23 y 24)). Edaf.

La ciencia ha sido forzada muchas veces por la política — comenta el Dr. Benjamín. Y sobre todo en el tema de la gordura y las famosas calorías; por lo que nos aclara:

 “¿Por qué engordamos?

                La historia de la investigación y el tratamiento de la obesidad es un relato fascinante, pero plagado de infortunios. En tiempos se creía universalmente que la obesidad, al menos parcialmente, era un problema hormonal. En 1923, Wilhelm Falta, un eminente internista vienés señaló que “para engordar… es necesario [tener] un páncreas intacto”. Si me lo permitís, aclararé que se refería a las “hormonas del páncreas”. Sin embargo, a mediados del siglo XX, se produjo un giro drástico del razonamiento y terminó por asentarse el dogma predominante en la actualidad: el que postula que la obesidad es, sencillamente, el resultado de ingerir más calorías de las que quemamos. Dicho con otras palabras, según esta teoría, si comemos más de lo que gastamos, engordamos. Y solamente es posible adelgazar si se come menos de lo que se gasta.

                Si pensamos en que hemos definido la grasa corporal como una reserva calórica biológica, un almacén de calorías guardadas para el futuro, pues resulta que la teoría tiene cierto sentido. Y además, encaja en nuestra idea de almacenamiento y consumo de energía. Si le echas menos leña (combustible) al fuego, no podrá arder con tanta fuerza. Por desgracia, esta teoría omite los sofisticados procesos del organismo que regulan cómo se consume el carburante. Porque nuestro cuerpo es algo más complejo que una hoguera.

                En última instancia, son las hormonas quienes determinan qué hace el organismo con el combustible que ingerimos y guardamos. Ellas dictan si se crea más tejido muscular, si se refuerzan los huesos, si se acumula más grasa, si se disipa en forma de calor, etc. Existen miles de hormonas conocidas y su número va en aumento, porque se descubren otras nuevas constantemente. La mayoría no tiene nada que ver con el uso que le damos a las calorías, pero muchas otras sí, y no existe ninguna señal que por sí solo fomente el crecimiento y la proliferación de las células adiposas con la misma intensidad que la insulina”

Bikman, Benjamin.  (2024): “¿Por qué enfermamos? Descubre y aprende a combatir la epidemia oculta tras las enfermedades crónicas. (pp. 116 y 117). Edaf.

Parte II: Causas. ¿Por qué adquirimos la resistencia a la insulina?   

             El Dr. Benjamin nos invita a ver por el microscopio  cómo reaccionan nuestras células cuando las inundamos de insulina:

El exceso de insulina genera resistencia a la insulina.

                De entre los diversos factores proclives a causar resistencia a la insulina, la propia hormona es el más relevante. Tras cuanto hemos visto ya, tal vez no te asombre, pero recalquemos esta obviedad: cuando hay demasiada insulina, ella misma genera la insulinorresistencia. Para hablar con precisión, diríamos que por cada microunidad (1µU) que aumente la insulina en sangre en ayunas (y este es un cambio ínfimo), la persona puede experimentar aproximadamente un incremento del 20 % en la resistencia a la insulina. Podría parecer una relación algo rara de causa y efecto, pero representa un rasgo fundamental de cómo funciona el organismo. O sea que cuando un proceso se activa en exceso, a menudo el cuerpo atenuará su respuesta al estímulo excesivo para limitar esa activación. Es un proceso semejante al método que confiere a las bacterias la resistencia a los antibióticos o el proceso por el cual, con el paso del tiempo, una adicta a la cafeína acabará necesitando más cafeína para satisfacer su ansia que al principio. Si una célula, como las del hígado o los tejidos musculoesqueléticos se inundan de insulina, no puede hacer nada para reducir directamente la cantidad de insulina que se sintetiza en el páncreas. Pero si puede modificarse ella misma para conseguir limitar el efecto de la insulina. Y así es como se vuelve insulinorresistente. A medida que esto ocurre y se repite en millones de células de todo el organismo, el cuerpo en conjunto desarrolla y adquiere resistencia  la insulina.

[…]

                La evidencia es clara; un exceso de insulina propulsa la insulinorresistencia en varias partes del cuerpo, incluidos los tejidos adiposos y musculoesqueléticos, tema en el que abundaremos en el Capítulo 11.

                El aspecto crítico es que un nivel alto de insulina no surge exclusivamente de problemas clínicos claros; lo más habitual es que esté derivado sencillamente del estilo de vida. Por desgracia, como veremos en capítulos posteriores, el estilo de vida predominante en la actualidad constituye una tormenta perfecta de hiperinsulinemia”.

Bikman, Benjamin.  (2024): “¿Por qué enfermamos? Descubre y aprende a combatir la epidemia oculta tras las enfermedades crónicas. (pp. 131, 132 y 133). Edaf.

No podía faltar la ausencia de actividad física y el movimiento como otro de los factores importantes que provocan en nuestras células “la resistencia a la insulina” y el Dr. Benjamin nos da un pequeño empujón:

                “Vida sedentaria.

La vieja máxima “si no lo usas, se pierde” bien se podría aplicar a la sensibilidad a la insulina y la actividad física. Así que cuanto menos movamos el esqueleto, más resistente se volverá el organismo. De hecho este fenómeno constatado de manera tan frecuente y de forma tan rotunda que muchos expertos sospechan que la inactividad física es uno de los principales motivos por los que la insulinorresistencia tiende a agravarse con la edad. Adoptar una vida sedentaria durante unos pocos días provoca una resistencia a la insulina demostrable, incluso en personas que por lo demás gozan de buena salud. Y lo peor es que este problema se agudiza a edades avanzadas. No se trata de un efecto sutil, ni mucho menos: con apenas una semana de sedentarismo, la resistencia a la insulina se puede multiplicar por siete. De hecho, unas pocas semanas de inmovilidad generan un efecto perdurable sobre la resistencia a la insulina, de manera que, aunque la persona vuelva a retomar la actividad, la insulinorresistencia persiste durante semanas a un nivel que duplica el de otra persona que sí haya mantenido la actividad física.

                La resistencia a la insulina derivada de la inactividad se origina, fundamentalmente en los músculos: si no los utilizamos, su respuesta a la insulina se apaga. Lo interesante es que, basándose en la inactividad de los músculos, la insulinorresistencia se manifiesta con una precisión increíble. Por ejemplo: cuando tenemos una pierna escayolada (y por tanto inmovilizada), en pocos días su sensibilidad a la insulina cae a la mitad en comparación con la sensibilidad a la insulina de la otra pierna. Los mecanismos moleculares que explican la resistencia a la insulina en los músculos inmóviles son fascinantes. Resumiendo lo esencial, lo que sucede es que la inmovilidad secuestra las vías por las que se propaga la inflamación. Ya hemos visto detalladamente cómo la inflamación estimula la resistencia a la insulina (repasa el Capítulo 12). Pues bien, si no usamos los músculos, ocurre la misma concatenación de eventos: los músculos inactivos experimentan un incremento de los eventos inflamatorios, que a su vez propulsan la resistencia a la insulina.

[…]

                La solución más sencilla para suavizar el impacto de permanecer sentados sobre la resistencia a la insulina consiste en interrumpir la postura levantándose durante apenas dos minutos cada período de 20 minutos. Por ejemplo, bastaría con flexionar los músculos de vez en cuando. Contraer un músculo 30 veces durante unos segundos es suficiente para contribuir a reducir el riesgo”.

Bikman, Benjamin.  (2024): “¿Por qué enfermamos? Descubre y aprende a combatir la epidemia oculta tras las enfermedades crónicas. (pp. 172 y 173). Edaf.

 Parte III: La solución. ¿Cómo se puede luchar contra la resistencia a la insulina?

Yo siempre creí que la “grasa” de los alimentos era esa substancia gelatinosa que acompaña a algunas carnes o chorizos; sin embargo, el Dr.  Benjamin nos muestra en sus  cuadros sobre alimentos las porciones de grasas, carbohidratos y proteínas que contienen casi todos los alimentos. Y nos comenta la importancia de esta grasa para quedar saciados ante el “hambre real”:

 “¿Por qué se nos despierta el hambre?

Pensamos que el hambre surge en función de si tenemos el estómago lleno o vacío. Esa es la idea que nos impulsa a comer alimentos supuestamente sanos en grandes raciones, cosas como la fibra. O sea, algo que te llene pero sin añadir muchas calorías al total. Pero sentir hambre es un mecanismo más complejo, que no se rige exclusivamente por la cantidad de espacio libre que nos quede en los intestinos. En parte, el hambre depende de la energía (medida en calorías) que les proporcionamos a nuestras células. Si ellas detectan que el suministro es insuficiente pueden activar la sensación de hambre en el cerebro, que la transmite al estómago. Si no fuese así, cualquier paciente a quien se le administrase nutrición por vía intravenosa sufriría un hambre atroz, pero eso no sucede.

        Mientras exploraba qué es más relevante para la sensación de hambre, si la energía o la masa, un grupo de investigadores se encontró con que una infusión para administrar por vía intravenosa solo contenía glucosa, la persona que la recibiese sentiría hambre. Pero si la misma infusión también contenía algo de grasa, el hambre desaparecía. En otras palabras, aunque los estómagos de los dos grupos de participantes estaban vacíos, si sus células detectaban que la cantidad de energía recibida era adecuada, especialmente si era en forma de grasas, al organismo no lo acuciaba la necesidad de comer y la persona se sentía satisfecha. Cuando comemos la energía de los alimentos nos genera más sensación de saciedad que la masa pura y dura: si tus células están bien alimentadas, les da igual que haya o no haya algún elemento que ocupe mucho espacio en el estómago”.

Bikman, Benjamin.  (2024): “¿Por qué enfermamos? Descubre y aprende a combatir la epidemia oculta tras las enfermedades crónicas. (pp. 196 y 197). Edaf.

El Dr. Benjamín destaca la importancia de tomar un buen desayuno debido a la influencia de las hormonas, que siguen los ritmos circadianos de nuestro cuerpo y provocan “resistencia a la insulina”:

El ritmo circadiano y el fenómeno del amanecer.

                Nuestro organismo dispone de un ritmo inherente que regula numerosas funciones, mucho más allá del régimen de sueño y vigilia. Los niveles de hormonas muy potentes, como el cortisol y la hormona del crecimiento, suben y bajan a lo largo de día y noche, como las mareas. La insulina también sigue de forma natural este ritmo, aunque no hayamos comido. Sus niveles empiezan a remontar alrededor de las 5:30 de la madrugada e inician su descenso aproximadamente dos horas después. Esos niveles de insulina al alza indican la existencia de un estado leve de insulinorresistencia, y lo más importante, no se trata de un fenómeno que suceda únicamente cuando sufrimos falta de sueño. Ocurre todos los días, aunque hayamos dormido toda la noche de un tirón. Esa resistencia a la insulina pasajera de primera hora de la mañana se conoce como “fenómeno del amanecer”.

                Un ensayo controlado midió la variación en los niveles de insulina de un grupo de personas a quienes se les ordenó beber la misma cantidad de glucosa durante tres momentos de la jornada (mañana, primera hora de la tarde y primera hora de la noche) y detectó que la respuesta de la insulina más aguda se registra por la mañana. La más tenue era por la noche. La razón por la cual el cuerpo necesitaba más insulina a primeras horas es el resultado de la labor de las hormonas que se oponen a las acciones de la insulina. Ya he mencionado que uno de los principales efectos de la insulina es reducir la glucosa en sangre, porque la conduce hacia tejidos, como los tejidos musculoesqueléticos o los adiposos. Por el contrario, las hormonas cuyo nivel asciende hacia el final de nuestro ciclo de sueño como las catecolaminas, la hormona del crecimiento y muy especialmente el cortisol actúan para incrementar la cantidad de glucosa en sangre. Todo ello obliga a la insulina a esforzarse más para cumplir su misión. Lo cual lleva aparejado que aumente la resistencia a la insulina”.

[…]

                Dudo mucho que ninguna otra comida del día se asiente tan a menudo con alimentos tan poco recomendables. Para gran parte del mundo, desayunar significa atiborrarse principalmente de azúcares y almidones: zumos, cereales, bollos, arroz o tostadas. Como veremos en las próxima páginas, si tu desayuno medio tiene esta pinta, bien podrías dejarlo en la mesa y sustituirlo por una inyección de insulina”.

Bikman, Benjamin.  (2024): “¿Por qué enfermamos? Descubre y aprende a combatir la epidemia oculta tras las enfermedades crónicas. (pp. 198 y 199). Edaf.

Del capítulo de “El cerebro y los trastornos neurológicos” extraigo el gran descubrimiento de “las cetonas” para dotar de energía a nuestro cerebro y el Dr. Benjamín nos dice cómo producirlas:

El cerebro exige una cantidad de energía tremenda. Mientras se encuentra en reposo, es uno de los tejidos con actividad metabólica más intensa (multiplica varias veces la de los músculos) y de ahí que sea tan sensible a cualquier carencia de energía. Es un motor de altas prestaciones y cuando el combustible escasea, petardea. Estando bien alimentado (o sea tras ingerir una comida convencional), recibe el 100 % del suministro energético que necesita a través de la glucosa. En ayunas, por el contrario, esa proporción se reduce a la mitad. La otra mitad de la energía la obtiene entonces de unos compuestos llamados cetonas, de los que hablaremos más adelante.

[…]

Cuando la concentración de insulina disminuye tanto, el organismo cambia su modo de actuar y empieza a quemar grasas en lugar de de glucosa para abastecerse de energía. Esto puede suceder tras un período de ayuno (por ejemplo, de 18-24 horas) o si restringimos la toma de carbohidratos. Mientras el organismo sigue quemando grasas, el hígado convierte parte de los lípidos en cuerpos cetónicos, que en esencia son un combustible de reserva para diversas partes del organismo, especialmente el cerebro.

Hace años se consideraba que los cuerpos cetónicos eran desechos metabólicos, porque la comunidad científica desconocía aún que finalidad cumplían. ¡Pero los tiempos han cambiado! Hoy los cuerpos cetónicos no solo se reconocen como una fuente de combustible explotable por casi todas las células, incluidas las del cerebro y los músculos, sino que sabemos que son moléculas muy importantes, que emiten señales con múltiples efectos benignos. Algunos de los beneficios que sabemos que deparan los cuerpos cetónicos son incrementar el número de mitocondrias en las células (los orgánulos celulares que descomponen las grasas), reducir el estrés oxidativo y controlar la inflamación”

Bikman, Benjamin.  (2024): “¿Por qué enfermamos? Descubre y aprende a combatir la epidemia oculta tras las enfermedades crónicas. (pp. 51, 52 y 210). Edaf.

  Y   LA DESPEDIDA… 

            Como dice el Dr. Benjamin en su Introducción, aunque el libro hable de enfermedades, tiene un final feliz:

“Dado que hay tantas dolencias asociadas a la resistencia a la insulina, he dedicado buena parte de la obra a analizar cómo puede causarnos problemas de salud muy, muy agudos. Muchas de las enfermedades que trataré (diabetes tipo II, enfermedades coronarias, trastornos de Alzheimer y algunos tipos de cáncer) son graves, sin cura conocida. Así que no me extrañaría que, a veces, te parezca que estás leyendo una novela de terror. No desesperes; a pesar de todos los trastornos crónicos que puede originar, la resistencia a la insulina se puede prevenir e incluso revertir. Y veremos cómo, en detalle. Tal vez leas cosas que te asusten, pero te prometo que el libro tiene un final feliz: podemos luchar y, si nos equipamos con soluciones basadas en la ciencia, podemos vencer”.

Bikman, Benjamin.  (2024): “¿Por qué enfermamos? Descubre y aprende a combatir la epidemia oculta tras las enfermedades crónicas. (p. 18). Edaf.

        Con mucho cariño.

        Paulino

lunes, 4 de agosto de 2025

La revolución de la glucosa

 

    Jessie Inchauspé es la autora de “La revolución de la glucosa. Equilibra tus niveles de glucosa y cambiarás tu salud y tu vida.” Editorial Diana.

    La autora es una bioquímica e investigadora que vive entre California y Francia. Está licenciada en matemáticas por el Kings College, en Londres, y tiene un máster en bioquímica por la Universidad de Georgetown. Su trabajo en una start-up de análisis genético en Silicon Valley le hizo darse cuenta del poder de los hábitos alimentarios. Es la fundadora de la popular cuenta de Instagram @GlucoseGoddess  un movimiento que está ayudando a la gente a reconectar con su cuerpo.

Jessie comparte en su libro el sorprendente descubrimiento sobre el papel esencial que tiene la glucosa en todos los aspectos de nuestra vida, desde los antojos hasta la fertilidad y nos indica:

“Este libro está dividido en tres partes: (1) qué es la glucosa y a qué nos referimos cuando hablamos de picos de glucosa, (2)por qué son perjudiciales los picos de glucosa y (3) qué podemos hacer para evitar los picos y seguir comiendo los alimentos que nos gustan”.

Inchauspé, Jessie.  (2025): “La revolución de la glucosa. Equilibra tus niveles de glucosa y cambiarás tu salud y tu vida” (p. 21). Diana.

De la primera parte te extraigo la metáfora de la cabina del avión que me encantó, porque recoge la finalidad de este blog “Lecturas para compartir” y el espíritu de los libros de divulgación científica como el de Jessie Inchauspé y dice asi:

“Navegar por nuestra salud a veces puede hacernos sentir como cuando echamos un vistazo a la cabina del piloto de un avión de camino a nuestro asiento. Vemos cosas complicadas por todas partes: pantallas, diales, palancas, luces intermitentes, botones, interruptores, más palancas…, botones a la izquierda, a la derecha, en el techo (ahora en serio, ¿por qué hay botones en el techo?). Apartamos la mirada y nos sentimos agradecidos de que los pilotos sepan lo que están haciendo. Como pasajeros, lo único que nos importa es que el avión permanezca en el aire. En lo que concierne a nuestro cuerpo, somos los pasajeros que no tienen ni idea, pero (ojo con el giro de la trama) también somos los pilotos. Y si no sabemos cómo funciona nuestro cuerpo, es como si voláramos a ciegas.

Sabemos cómo queremos sentirnos. Queremos despertarnos con una sonrisa en los labios, sentirnos llenos de energía y emprender el día con entusiasmo. Queremos movernos con ligereza, que no nos duela nada. Queremos pasar tiempo de calidad con nuestros seres queridos, queremos sentirnos positivos y agradecidos. Pero saber cómo conseguirlo no es tarea fácil. Nos abruman todos los botones. ¿Qué tenemos que hacer? ¿Por dónde tenemos que empezar?

Deberíamos empezar con la glucosa. ¿Por qué? Porque es la palanca de la cabina del piloto que más nos recompensa. Es la más fácil de descubrir (gracias a los monitores continuos de glucosa [MCG]), afecta a cómo nos sentimos de forma instantánea (porque influye en nuestra hambre y nuestro estado de ánimo) y muchas cosas se ponen en su sitio en cuanto la tenemos bajo control”.

    Inchauspé, Jessie.  (2025): “La revolución de la glucosa. Equilibra tus niveles de glucosa y cambiarás tu salud y tu vida” (pp. 37 y 38). Diana.

En mi última analítica del 25 de noviembre de 2024 mis resultados en la “Glucemia media estimada” fueron de 111,2 mg/dl y mi médica de familia no me comentó nada al respecto y mi nutricionista simplemente me comentó que tenía algo alto el azúcar en sangre. Sin embargo, después de leer este libro me di cuenta de que soy una persona diagnosticada como PREDIABÉTICA.

Y Jessie Inchauspé explica lo siguiente respecto a los valores de la glucosa:

    “Cuando los médicos miden la cantidad de glucosa que tenemos en el cuerpo, a menudo nos sacan sangre y valoran la concentración de glucosa que hay allí. Pero la glucosa no queda en la sangre. Se filtra por todas las partes del cuerpo y se puede medir en cualquier parte.

Por eso, con un MCG (Monitor Continuo de Glucosa) puedo medir la cantidad de glucosa que tengo en el cuerpo sin tener que sacarme sangre: percibe la concentración de glucosa que tengo entre las células grasas de la parte posterior del brazo.”

[…]

“Estudios recientes han demostrado que los valores de glucosa en ayunas deberían oscilar entre los 72 y los 85 mg/dl (comparado con los 111.2 de mi analítica, sin comentarios). Esto se debe a que hay más probabilidades de desarrollar problemas de salud a partir de los 85 mg/dl.

Además, aunque nuestro nivel en ayunas nos da información acerca de si corremos riesgo de padecer diabetes o no, no es lo único que tener en cuenta. Incluso si nuestro nivel en ayunas es “óptimo”, puede que experimentemos picos de glucosa a diario. Los picos son aumentos y descensos súbitos de la concentración de glucosa después de comer, y son dañinos.

[…]

“Así que en este libro voy a definir los picos de glucosa como aumentos de glucosa en el cuerpo de más de 30 mg/dl después de comer.

El objetivo es evitar los picos, sea cual sea tu nivel en ayunas, porque lo más problemático es la variabilidad que estos provocan. Pasarse años experimentando picos a diario de forma repetida es lo que aumenta lentamente nuestro nivel de glucosa en ayunas, un patrón que no descubrimos hasta que se clasifica ese nivel como prediabético. Y para entonces, los daños ya han empezado”.

Inchauspé, Jessie.  (2025): “La revolución de la glucosa. Equilibra tus niveles de glucosa y cambiarás tu salud y tu vida” (pp. 66 y 67). Diana.

Jessie Inchauspé se coloca un Monitor Continuo de Glucosa (MCG) y comienza la  revolución de la glucosa en su propia piel, nunca mejor dicho, y nos cuenta: 

“Hace mucho tiempo tuve una revelación que dio el disparo de salida a mi investigación sobre la glucosa: cómo me siento ahora está estrechamente conectado con los picos y las bajadas de mi curva de glucosa.

Un día, en el trabajo —debían de ser las once de la mañana—, estaba soñolienta que apenas podía mover los dedos para hacer clic con el ratón. Me resultaba imposible concentrarme en lo que estaba haciendo. Así que hice un esfuerzo colosal para levantarme, fui hasta la cocina de la oficina y me serví un enorme café solo. Me bebí la taza entera y aún me sentía agotada. Miré mis niveles de glucosa: estaban en una pronunciada pendiente descendiente después de un gran pico provocado por la ingesta de una galleta con pepitas de chocolate y un toque de sal, y un capuchino con leche desnatada para desayunar. Me sentía cansada porque estaba en una montaña rusa glucémica.

Cuando empecé a descubrir más cosas acerca de la glucosa, aprendí que hay un amplio abanico de síntomas no deseados a corto plazo asociados con los picos y las bajadas, y que son diferentes en cada persona. Para algunos, los síntomas son sensaciones de mareo, náuseas, palpitaciones, sudores, antojos de comida y estrés, mientras que para otros, como yo, son agotamiento y mente nublada. Y para muchos miembros de la comunidad Glucose Goddes, un pico de glucosa también puede suponer mal humor o ansiedad.

A largo plazo, los procesos que los picos ponen en marcha (estrés oxidativo, glicación, inflamación y exceso de insulina) provocan enfermedades crónicas, desde diabetes tipo 2 hasta artritis y depresión”.

[…]

“Lo más probable es que formes parte del 88 % de los adultos que tienen unos niveles de glucosa desregulados y que sufras, sin saberlo, las muchas consecuencias de los picos que te acabo de describir, tanto efectos secundarios a corto plazo como enfermedades a largo plazo. Tanto las arrugas y el acné como los antojos, el hambre, las migrañas, la depresión, la mala calidad del sueño, la infertilidad o la diabetes tipo 2 son mensajes del cuerpo. Y aunque estos problemas son muy comunes. Los descubrimientos recientes demuestran que son reversibles en la mayoría de los casos”.

Inchauspé, Jessie.  (2025): “La revolución de la glucosa. Equilibra tus niveles de glucosa y cambiarás tu salud y tu vida” (pp. 85, 86 y 102). Diana.

    Antes de contarte tres de sus trucos de la tercera parte del libro, Jessie Inchauspé  te aclara que  “Eres especial”, título de uno de sus últimos capítulos, y dice:

Los trucos de este libro funcionan para todo el mundo. Da igual quien seas, comer los hidratos de carbono al final y añadir un entrante verde a tu comida siempre aplanará tu curva de glucosa. Un desayuno salado es la mejor opción. El vinagre y el ejercicio físico te permitirán comerte un pastel y a la vez mantener la salud. Sin embargo, dentro de una categoría concreta de comida, por ejemplo, los postres, la mejor opción para una persona puede que no sea la mejor para otra.

                En 2019 ayudé a mi amiga Luna a ponerse en forma con un monitor de glucosa y ella me ayudó con un experimento complejo. Primero, tomamos exactamente el mismo desayuno y el mismo almuerzo, que nos provocaron picos. Luego, a media tarde, hice galletas, saqué helado del congelador y le pedí que nos lo comiéramos a la vez.

                Lo que pasó fue alucinante.

                Yo tuve un pico descomunal; ella, apenas. Ninguna de las dos hizo ejercicio en las dos horas anteriores o posteriores de la ingesta, ni tomó vinagre. Puede que te preguntes qué narices está pasando. ¿Por qué la galleta me disparó los niveles de glucosa por las nubes y a ella no?

                Esto no fue por casualidad, ni un caso aislado. Desde 2015, equipos de investigación de todo el mundo han llegado a ese mismo resultado tan extraño: la misma comida puede crear diferentes respuestas dependiendo de la persona.

                Estas diferencias se deben a muchos factores: la cantidad de insulina basal, nuestra masa muscular, la diferente microbiota intestinal, estar más o menos hidratado, descansado o estresado, haber hecho ejercicio recientemente o no (o hacerlo después de comer), y suma y sigue. Algunos estudios incluso descubrieron que si piensas que estás a punto de comerte algo dulce, esto puede provocar que lo que comas te genere un pico más grande a ti que a otra persona.

                Pero aunque los niveles máximos de nuestros picos fueron distintos, se aplica el principio general: si Luna y yo hubiéramos comido frutos secos antes de las galleta, ambos picos hubieran sido proporcionalmente más pequeños.

[…]

“Los trucos de este libro funcionan con todo el mundo, no necesitas ponerte un MCG (Monitor Control Glucosa) para utilizarlos. Pero si algún día te pones uno, puede que descubras alimentos concretos que te van mejor a ti”.

Inchauspé, Jessie.  (2025): “La revolución de la glucosa. Equilibra tus niveles de glucosa y cambiarás tu salud y tu vida” (pp. 257, 258 y 259). Diana.

En el “Truco 1: Come los alimentos en el orden correcto” Jessie Inchauspé nos cuenta e ilustra con la metáfora del lavabo y dice:

 “Muy a menudo nos centramos en lo que tenemos y lo que no tenemos que comer. ¿Pero qué pasa con cómo comemos? Resulta que cómo comemos tiene un gran efecto en nuestras curvas glucémicas”.

[…]

¿Cuál es el orden correcto? La fibra primero, la proteína y la grasa después, y los almidones y los azúcares lo último. Según los investigadores, el efecto de esta secuencia es comparable a los efectos de los medicamentos para la diabetes que se recetan para disminuir los picos de glucosa.

[…]

“La explicación de este efecto tan sorprendente está relacionado con el funcionamiento de nuestro sistema digestivo. Para poder visualizarlo mejor, imagínate que tu estómago es un fregadero y que tu intestino delgado es la tubería que hay por debajo.

                Todo lo que comes acaba en tu fregadero, luego fluye por la tubería donde se descompone y se absorbe al torrente sanguíneo. Cada minuto se filtra comida del fregadero a la tubería que contiene de media tres calorías (este proceso se llama vaciamiento gástrico).

                Si los almidones o los azúcares son lo primero en llegar al estómago, llegan al intestino delgado muy rápido. Allí se descomponen en moléculas de glucosa que llegan a gran velocidad al torrente sanguíneo. Esto crea un pico de glucosa”.

[…]

                Por el contrario, comer las verduras primero y los hidratos de carbono después cambia drásticamente lo que pasa.

                Empieza saboreando el brócoli. El brócoli es un vegetal y los vegetales contienen una gran cantidad de fibra. Tal y como hemos visto, el sistema digestivo no descompone la fibra en glucosa, sino que va desde el fregadero, pasando por la tubería, hasta... el alcantarillado, lentamente y sin ser modificada.

                Pero esto no es todo.

                La fibra tiene tres superpoderes: primero, reduce la acción de la alfa-amilasa, la enzima que descompone el almidón en moléculas de glucosa. Luego, ralentiza el vaciamiento gástrico. Cuando hay fibra presente, los alimentos gotean del fregadero a la tubería más despacio. Por último, crea una malla viscosa en el intestino delgado; esta malla hace que a la glucosa le resulte más difícil llegar al torrente sanguíneo. Con estos mecanismos, la fibra ralentiza la descomposición y  la absorción de cualquier glucosa que llegue al fregadero después de ella; el resultado es que la fibra nos aplana las curvas de glucosa.

                Cualquier almidón o azúcar que comamos después de la fibra tendrá un efecto reducido en nuestro cuerpo. Conseguiremos la misma satisfacción al comerlo, pero con menos consecuencias”.

Inchauspé, Jessie.  (2025): “La revolución de la glucosa. Equilibra tus niveles de glucosa y cambiarás tu salud y tu vida” (pp. 107, 108, 109, y 110). Diana.

Del “Truco 3: Deja de contar calorías” Jessie Inchauspé reclama nuestra atención sobre las moléculas de los alimentos que comes y no tanto sobre sus calorías, y explica:

¿Y lo de perder peso, depende solo de consumir menos calorías? Antes pensábamos que sí, pero este mito también se ha desmentido. Y en el estudio que acabo de mencionar tienes una pista: muchos de los adolescentes del estudio empezaron a perder peso aunque estaban comiendo la misma cantidad de calorías que antes. ¿Imposible? No, pero lo que está claro es que va en contra de todo lo que nos han dicho durante muchos años.

De hecho, los estudios más recientes demuestran que las personas que se centran en aplanar sus curvas de glucosa pueden comer más calorías y perder más grasa con mayor facilidad que quienes comen menos calorías, pero no aplanan sus curvas de glucosa. Deja que te lo repita: las personas que siguen una dieta para aplanar las curvas de glucosa pueden perder más peso comiendo más calorías que quienes comen menos calorías, pero tienen picos en los niveles de glucosa. Por ejemplo, un estudio de 2017 de la Universidad de Michigan demostró que cuando los sujetos con sobrepeso se centraron en aplanar sus curvas de glucosa (incluso si ingerían más calorías que el otro grupo), perdieron más peso (7,7 kilos versus 1,8) que los sujetos que comían menos calorías y no controlaban sus niveles de azúcar en sangre.

Tiene que ver con la insulina: cuando disminuimos los niveles de glucosa, nuestros niveles de insulina también bajan. Una investigación de 2021 que examinó sesenta estudios sobre la pérdida de peso demostró que la reducción de insulina es fundamental y que siempre precede a la pérdida de peso”.

[…]

                Así que recuerda: la salud y la pérdida de peso están más relacionadas con qué moléculas ingieres que con el número de calorías que te comes.

                ¿Y esto que significa para nosotros?

                Significa que puedes añadir calorías a tu comida sin miedo, si estas ayudan a domar los picos de glucosa de esa comida (por ejemplo, si las moléculas son fibras, grasa o proteínas). Si añadimos una ensalada aliñada a una comida, las calorías que añadimos son beneficiosas porque nos ayudan a mantener los niveles de glucosa e insulina bajos, e incluso nos ayudan a que absorbamos menos calorías de lo que comemos después de la ensalada (gracias a la malla que crea la fibra). En comparación, nos mantenemos saciados más tiempo, podemos quemar más grasa y ganamos menos peso.

                Dale la vuelta a este razonamiento: si añadimos más glucosa o fructosa a una comida, se incrementan los picos, lo cual provoca un aumento de peso, más inflamaciones y menos sensación de saciedad”.

Inchauspé, Jessie.  (2025): “La revolución de la glucosa. Equilibra tus niveles de glucosa y cambiarás tu salud y tu vida” (pp. 140, 141, 147 y 148). Diana.

El “Truco 8: Después de comer, muévete” fue el truco que me llevó a conocer a Jessie Inchauspé, seguir su cuenta de Instagram y leer su libro. Y todo porque Estefanía (nombre modificado), una antigua compañera del Colegio O Pombal y, que es diabética, me contó que lo que más resultado le daba para controlar su glucosa era el andar media hora después de cada comida. Me animó a que lo probase y dentro de un año, en la próxima comida de jubilación, seguro que ya veríamos los resultados, porque esto me lo contó en la comida de jubilación de Rosa González y Rosa Guzmán en junio de 2025. Así que este es mi reto para el próximo curso escolar 2025-2026, y Jessie Inchauspé nos lo cuenta así:

                “Hay muchas tradiciones que recomiendan caminar después de comer, como la costumbre india de dar “cien pasos”, y existen por un buen motivo. En cuanto a la afluencia de glucosa (de un gran bol de arroz, por ejemplo) entra en el cuerpo, pueden pasar dos cosas. Si permanecemos sedentarios, cuando el pico llega al punto más alto, la glucosa inunda nuestras células y satura las mitocondrias. Se producen radicales libres, aumenta la inflamación y el exceso de glucosa se almacena en el hígado, en los músculos y en la grasa.

                Si por el contrario, contraemos los músculos cuando la glucosa pasa de los intestinos al torrente sanguíneo, nuestras mitocondrias tienen una mayor capacidad de combustión. No se saturan tan rápido: están encantadas de utilizar la glucosa extra para fabricar ATP y proporcionar combustible a nuestros músculos en funcionamiento. En un gráfico de un MCG (Monitor Control Glucosa), la diferencia es evidente”.

Inchauspé, Jessie.  (2025): “La revolución de la glucosa. Equilibra tus niveles de glucosa y cambiarás tu salud y tu vida” (pp. 209 y 210). Diana.

Y   LA DESPEDIDA… 

“Espero que leyendo este libro hayas aprendido que los síntomas que experimentas son en realidad poderosos mensajes. Tu cuerpo te está hablando.

                Mi objetivo ha sido llevar ciencia objetiva y actualizada al terreno de la acción, para convertir investigaciones imparciales en herramientas realistas que te proporcionen conocimiento sobre el funcionamiento de tu cuerpo y que te ayuden a sentirte genial”.

Inchauspé, Jessie.  (2025): “La revolución de la glucosa. Equilibra tus niveles de glucosa y cambiarás tu salud y tu vida” (pp. 261 y 262). Diana.

Con mucho cariño.

Paulino.