miércoles, 3 de diciembre de 2025

El código de la obesidad

        El Dr. Jason Fung  (https://www.instagram.com/drjasonfung/) es el autor del libro El código de la obesidad. Descifrando los secretos de la pérdida de peso. Por qué tu propia insulina es la clave para controlar tu peso. Ediciones Sirio. El doctor estudió Medicina en la Universidad de Toronto y obtuvo una beca en Nefrología para la Universidad de California. Es el fundador del Programa de Gestión Intensiva de la Dieta, que aplica un tratamiento único para la diabetes tipo 2 y la obesidad. En la actualidad vive en Toronto.

        Sobre el libro del Dr. Jason Fung he recogido 6 SUBTÌTULOS que te ayudarán a descifrar los secretos  de la obesidad:

1. EL PESO CORPORAL  DE REFERENCIA

2. LA OBESIDAD ES FRUTO DE UN DESEQUILIBRIO HORMONAL, NO CALÓRICO

3. LA RESISTENCIA A LA INSULINA O SÍNDROME METABÓLICO

4. LOS NIVELES  DE INSULINA  ALTOS Y CONSTANTES

5. EL CARÁCTER MULTIFACTORIAL DE LAS ENFERMEDADES

6. LA ÚLTIMA PIEZA DEL ROMPECABEZAS: EL AYUNO

EL PESO CORPORAL DE REFERENCIA

        Yo nunca antes había escuchado hablar de “el peso corporal de referencia”, término sobre el que el doctor Jason Fung inicia la revelación de sus secretos:

 “Los mecanismos homeostáticos defienden el peso de referencia corporal contra los cambios, tanto los que inducen un incremento como los que inducen un descenso. Si el peso disminuye por debajo del peso corporal de referencia, los mecanismos compensatorios se activan para aumentarlo. Si sube por encima de dicho peso de referencia, los mecanismos compensatorios se activan para reducirlo.

El problema en el caso de la obesidad es que el punto de ajuste está regulado demasiado alto.

Pongamos un ejemplo. Imaginemos que nuestro peso corporal es de 90 kilos. Si restringimos la ingesta de calorías, no vamos a tardar en perder peso. Supongamos que perdemos 9 kilos, de modo que pasamos a pesar 81. Si nuestro peso de referencia corporal es de 90 kilos, el organismo tratará de recuperar el peso perdido por medio de estimular el apetito. Se aumenta la secreción de grelina y se dejan de producir las hormonas de la saciedad (la amilina, el péptido YY y la colecistoquinina). Al mismo tiempo, se reduce el gasto energético total. El metabolismo se ralentiza. Desciende la temperatura corporal, la frecuencia cardíaca, la presión arterial y el volumen sistólico, todo ello en un esfuerzo desesperado por conservar energía. Tenemos frío y nos sentimos hambrientos y cansados —un escenario que les resulta familiar a las personas que hacen dieta.

Desafortunadamente, el resultado es que acabamos engordando, con el fin de ajustarnos al peso de referencia, que es de 90 kilos en este ejemplo. Este “final de la historia” también les resulta familiar a quienes hacen dieta. Comer más no es la causa del aumento de peso, sino la consecuencia de ello. Comer más no nos hace engordar. El hecho de engordar nos hace comer más. Comer en exceso no es el fruto de una elección personal; se trata de un comportamiento de base hormonal, una consecuencia natural de la mayor presencia de hormonas del hambre.

[…]

El cuerpo humano no es una mera balanza que equilibra las calorías entrantes con las salientes. Es más bien un termostato. Defiende vigorosamente el punto de ajuste del cuerpo (el peso de referencia) contra los incrementos y las reducciones.

[…]

La razón por la que es tan difícil hacer dieta, y por la que las dietas fracasan con tanta frecuencia, es que estamos luchando constantemente contra nuestro propio cuerpo.  A medida que perdemos peso nuestro organismo intenta recuperarlo. La solución más inteligente es identificar nuestro mecanismo homeostático y ajustarlo más abajo. He aquí el desafío. Puesto  que la obesidad es el resultado de que el peso de referencia corporal está elevado, el tratamiento para combatirla es bajarlo”.

Fung, Jason.  (2023): “El código de la obesidad” (pp.87, 88, 89 y 90). Sirio.

LA OBESIDAD ES FRUTO DE UN DESEQUILIBRIO HORMONAL, NO CALÓRICO

        Que el peso corporal de referencia está regulado por las hormonas es otro de los secretos que nos explica el doctor:

        “Las hormonas son fundamentales para entender la obesidad. Todo lo relacionado con el metabolismo humano, incluido el peso corporal de referencia, está regulado hormonalmente. Una variable fisiológica crítica como es la obesidad corporal no se deja en manos de caprichos como la ingesta calórica diaria y el ejercicio. En lugar de ello, las hormonas regulan la grasa corporal con gran precisión. No controlamos conscientemente nuestro peso corporal más de lo que controlamos nuestro ritmo cardíaco, nuestra tasa metabólica basal, nuestra temperatura corporal o nuestra respiración. Todo esto se regula automáticamente, y nuestro peso también. Las hormonas nos dicen que tenemos hambre (la grelina), nos indican que estamos saciados (el péptido YY y la colecistoquinina), incrementan el gasto energético (la adrenalina) e interrumpen el gasto energético (la hormona tiroidea). La obesidad se debe a una desregulación hormonal de la acumulación de grasa. Las calorías no son más que su causa inmediata. La obesidad es fruto de un desequilibrio hormonal, no calórico.

[…]

                Una vez que entendemos que la obesidad es producto de un desequilibrio hormonal, podemos comenzar a tratarla. Si creemos que el exceso de calorías produce esta enfermedad, el tratamiento consistiría en reducir las calorías. Pero este método ha fracasado completamente. Sin embargo, si su causa es el exceso de insulina, está claro que necesitamos reducir los niveles de esta.

                La cuestión no es cómo equilibrar las calorías, sino cómo equilibrar nuestras hormonas. Lo más importante a la hora de tratar la obesidad es cómo reducir la insulina”.

        Fung, Jason.  (2023): “El código de la obesidad” (pp.114, 115 y 116). Sirio

LA RESISTENCIA A LA INSULINA O SÍNDROME METABÓLICO

        La resistencia a la insulina de nuestras células es otro de los secretos de la obesidad y el doctor nos pone un ejemplo muy interesante:

        “Oprah Winfrey ha librado sus batallas de pérdida de peso públicamente durante varias décadas. Llegó a pesar 107,5 kilos. En 2005, había luchado para llegar a unos 72,6 kg relativamente esbeltos. Estaba exultante. Había reducido su ingesta de hidratos de carbono. Había hecho ejercicio. Tenía un chef y un entrenador personales. Lo hizo todo “bien”. Contaba con todas las ventajas con que no contamos el resto de nosotros. Entonces, ¿por qué volvió a engordar 18 kilos en 2009. ¿Por qué no pudo mantener su pérdida de peso?

         ¿Por qué es tan difícil tratar la obesidad que se padece desde hace mucho?

         La obesidad depende del tiempo, lo cual es casi universalmente entendido, pero rara vez reconocido. Por lo general, la obesidad es un proceso gradual, en que la persona gana entre 0,5 y 1 kilos al año. Por lo tanto, durante un período de veinticinco años, se pueden sumar hasta 23 kg extras. Quienes han estado obesos toda su vida encuentran extremadamente difícil perder peso. Por el contrario, aquellos que han experimentado un aumento de peso reciente les resulta muchísimo más fácil deshacerse de los kilos de más.

[…]

        La realidad es que el marco temporal es muy importante. Podemos tratar de minimizar sus efectos, pero la idea de que la obesidad de larga duración es mucho más difícil de tratar huele a verdad.

         Por lo tanto, debemos reconocer que la obesidad depende del tiempo. Cuando se sufre a los diecisiete años, tiene consecuencias décadas después. Cualquier teoría integral de la obesidad debe ser capaz de explicar por qué su duración importa tanto.

          Los altos niveles de insulina provocan aumento de peso. Las elecciones alimentarias juegan un papel en esta subida de los niveles de insulina. Pero debemos tener en cuenta otro factor que da lugar a un incremento de la insulina, un factor que es a la vez dependiente del tiempo e independiente de la dieta: la resistencia a la insulina.

         La resistencia a la insulina es Lex Luthor. Es la fuerza oculta detrás de la mayoría de los archienemigos de la medicina moderna, como la obesidad, la diabetes, el hígado graso, el alzhéimer, las enfermedades cardíacas, el cáncer, la presión arterial alta y el colesterol elevado. Pero mientras  que Lex Luthor es un personaje de ficción, el síndrome de resistencia a la insulina, también llamado síndrome metabólico, no lo es.

        Fung, Jason.  (2023): “El código de la obesidad” (pp.137 y 138). Sirio

LOS NIVELES  DE INSULINA  ALTOS Y CONSTANTES

        El mantenimiento de los niveles de insulina altos durante mucho tiempo es el motivo por el que las células desarrollan “la resistencia a la insulina”: 

         Los altos niveles hormonales no pueden ocasionar resistencia por sí mismos. De lo contrario, todos desarrollaríamos rápidamente una resistencia incapacitante. Estamos naturalmente protegidos contra la resistencia porque secretamos nuestras hormonas a ráfagas (el cortisol, la insulina, las hormonas del crecimiento, la hormona paratiroidea o cualquier otra). Se liberan altos niveles de hormonas en momentos específicos para producir efectos específicos. Después, los niveles descienden rápidamente y permanecen muy bajos.

[…]

         Los niveles altos, por sí solos, no conducen a la resistencia. Existen dos requisitos para que esta pueda desarrollarse: unos niveles hormonales altos y un estímulo constante. Hace bastante tiempo que sabemos esto. De hecho, lo usamos a nuestro favor en la terapia farmacológica de la angina de pecho. A los pacientes a quienes se les receta un parche de nitroglicerina  se les da a menudo la instrucción de que se ponga el parche por la mañana y se lo quite por la noche.

        Al alternar los períodos de elevado efecto del fármaco con los de bajo efecto, no hay posibilidad de que el cuerpo desarrolle resistencia a la nitroglicerina. Si el paciente llevase puesto todo el tiempo, muy pronto dejaría de hacer efecto. Ocurre simplemente que nuestros cuerpos desarrollan resistencia a los medicamentos.

         Cómo se traslada esto a la insulina y la obesidad?

[…]

         En el caso de la resistencia a la insulina, son significativos tanto la composición de las comidas como el horario en que se toman. Estos son los dos componentes fundamentales de esta resistencia. Los tipos de alimentos consumidos influyen en los niveles de insulina ¿Deberíamos, pues, ingerir un dulce o aceite de oliva? En este punto, nos adentramos en el tema de la composición de los macronutrientes, o de “qué comer”. Sin embargo, la persistencia de la insulina desempeña un papel clave en el desarrollo de la resistencia a ella, por lo que también existe la cuestión del horario, de “cuándo comer”. Ambos componentes son igualmente importantes.

       Desafortunadamente, gastamos cantidades obsesivas de tiempo y energía tratando de entender lo que deberíamos estar comiendo y no dedicamos prácticamente nada a saber cuándo deberíamos comer. Solo vemos la mitad del cuadro

        Fung, Jason.  (2023): “El código de la obesidad” (pp.148, 149 y 150). Sirio

EL CARÁCTER MULTIFACTORIAL DE LAS ENFERMEDADES

            En el desequilibrio hormonal influyen muchos factores y diferentes para cada persona, el descubrir esos factores personales que alteran nuestra regulación hormonal es el “quid” de la cuestión:

La verdad es que hay múltiples factores conducentes a la obesidad, los cuales se superponen. Lo que tienen en común es que llevan al desequilibrio hormonal que es la hiperinsulinemia. En el caso de algunos pacientes, el principal problema es el azúcar o son los carbohidratos refinados, de modo que lo que les puede ir mejor es seguir una dieta baja en carbohidratos. En el caso de otros pacientes, el principal problema puede ser la resistencia a la insulina, y lo mejor que pueden hacer es cambiar las horas o la frecuencia de las ingestas, o llevar a cabo ayunos intermitentes. Para otros, el factor predominante es el cortisol, de modo que las técnicas de reducción de estrés o la corrección de la privación del sueño pueden tener una importancia crucial para ellos. La falta de fibra puede ser el factor decisivo en otros casos…

La mayoría de las dietas abordan solamente una parte del problema, lo cual no es lo más eficaz. En el tratamiento del cáncer, por ejemplo, se combinan múltiples tipos de quimioterapia y radioterapia, pues la probabilidad de éxito es mucho mayor con un ataque de base amplia.

[…]

Es necesario adoptar el mismo enfoque para abordar el problema multidimensional que es la obesidad. En lugar de apuntar a un solo objetivo con un único tratamiento, necesitamos apuntar a varios objetivos y aplicar distintos tratamientos. Por ejemplo, en lugar de comparar la estrategia de la dieta baja en calorías con la dieta baja en carbohidratos, ¿por qué no combinar ambas? No hay ninguna razón por la que no podamos hacerlo.

También es importante adaptar el enfoque individualmente para abordar la causa de los altos niveles de insulina. Por ejemplo, si la privación crónica del sueño es el principal problema que ocasiona el aumento de peso, no es probable que resulte útil reducir el consumo de granos refinados. Si el problema es la ingesta excesiva de azúcar, la meditación mindfulness no va a ser especialmente efectiva.

La obesidad es un trastorno hormonal de regulación de la grasa. La insulina es la principal hormona que impulsa el aumento de peso, por lo que la terapia racional consiste en hacer bajar sus niveles. Hay múltiples maneras de lograr esto, y debemos aprovechar cada una de ellas. En el resto del capítulo, describiré un enfoque paso a paso que ayuda a alcanzar este objetivo”.

            Fung, Jason.  (2023): “El código de la obesidad” (pp.269 – 271). Sirio

LA ÚLTIMA PIEZA DEL ROMPECABEZAS: EL AYUNO

            Las veces que comemos, es tan importante como lo qué comemos; por lo que los ayunos son necesarios para una buena regulación hormonal:

             “La pérdida de peso duradera es un proceso que incluye dos pasos. Son dos los factores principales que hacen que nuestros niveles de insulina se mantengan elevados. El primero son los alimentos que ingerimos, que es lo que primero solemos modificar cuando hacemos dieta. Pero no abordamos el otro factor: el problema a largo plazo que es la resistencia a la insulina. Este problema tiene que ver con los momentos y las veces que comemos.

            La resistencia a la insulina provoca que sus niveles se mantengan elevados. Unos altos niveles de insulina hacen que nuestro peso corporal de referencia siga siendo alto. Inexorablemente, esto socava cualquier esfuerzo que podamos llevar a cabo con el fin de perder peso. Empezamos a sentir hambre. Nuestro metabolismo (es decir, nuestro gasto energético total) disminuye implacablemente, hasta caer por debajo de nuestra ingesta energética. Nuestro peso se estanca y sube de nuevo, despiadadamente, hasta volver a alcanzar el peso corporal de referencia, aunque sigamos haciendo dieta. Está claro que cambiar lo que comemos no es siempre suficiente.

           Para tener éxito, debemos romper el ciclo de la resistencia a la insulina. Pero ¿cómo hacerlo? La reacción del cuerpo a esta resistencia es incrementar los niveles de insulina, lo que, a su vez, crea aún más resistencia. Para romper este ciclo, debemos transitar por períodos de niveles muy bajos de insulina de forma recurrente (recuerda que la resistencia depende tanto de tener unos niveles altos como de que estos se mantengan)

         Pero ¿cómo podemos inducir a nuestro cuerpo a que tenga, durante un tiempo, unos niveles de insulina muy bajos?

         Sabemos que consumir los alimentos adecuados evita que los niveles sean demasiado elevados, pero no es un recurso muy eficaz para hacerlos descender. Algunos alimentos son mejores que otros; sin embargo, todos hacen que se incremente la producción de insulina. Si todos los alimentos hacen subir la insulina, la única manera de hacerla bajar es abstenerse completamente de comer.

         La respuesta que buscamos puede resumirse en una palabra: ayuno.

         Cuando hablo de ayunar para romper la resistencia a la insulina y perder peso, me refiero a ayunos intermitentes de entre veinticuatro y treinta y seis horas. En el apéndice B se incluye un plan práctico para llevar a cabo estos ayunos. Dedicaré el resto de este capítulo a abordar los problemas relacionados con el ayuno, el cual, como muestran los estudios, es una práctica beneficiosa”.

        Fung, Jason.  (2023): “El código de la obesidad” (pp.289 y 290). Sirio

Y COMO DESPEDIDA

“En esta obra he intentado presentar un marco que nos permita entender la complejidad de la obesidad humana. Una comprensión profunda y completa de las causas de la obesidad nos permite concebir un tratamiento racional para cada persona con el que pueda alcanzar el éxito. Surge una nueva esperanza. Podemos soñar con un mundo en el que la diabetes tipo 2 se ha visto erradicada y en el que el síndrome metabólico ha sido abolido. Es el sueño de un mañana más delgado y más sano.

Ese mundo, esa visión, ese sueño, empieza hoy”.

            Fung, Jason.  (2023): “El código de la obesidad” (p.308). Sirio

            Con mucho cariño.

            Paulino