El libro sobre el que escribo este artículo fue el regalo en Reyes de 2022 de mi hija. Me hacía ilusión que mi hija me regalara un libro; por supuesto, pero el tema no me atraía mucho; aunque sabiendo que ella es una friki de la alimentación con sus probióticos, su quinoa y su kéfir lo comprendía. ¡Ah!, menuda sorpresa, el libro me ha encantado y desde el blog: paulino-iglesias.blogspot.com y desde el Instagram: @iglesias.paulino os lo comento y recomiendo. El título completo del libro es: “Dime qué comes y te diré que bacterias tienes” y el subtítulo es “El intestino, nuestro segundo cerebro” de ediciones Grijalbo.
La autora, Blanca García-Orea Haro es nutricionista clínica,
especializada en nutrición digestiva hormonal y con un máster en Microbiótica
Humana. También es muy reconocida por su página de Instagram @blancanutri.
El prologuista del libro, J. Abel Saldarreaga Marín (Médico
especialista en Microbiología y Medicina de familia) al igual que mi hija también
considera un gran regalo la publicación de este libro:
“Puedes creerme cuando digo que este libro es un regalo,
pues queda patente su generosidad al compartir sus conocimientos con todos
nosotros en un tema tan vigente. Ella ha cribado la información, seleccionando
la más rigurosa y actualizada, y nos la entrega “mascadita”, lista para
saborearla…, nunca mejor dicho, dado el tema que nos ocupa”.
Y como dice Saldarreaga:
“Hay un proverbio que dice: “Libros, caminos y días dan
al hombre sabiduría”. Así que… ¿empezamos?”
García-Orea, B. (2021): “Dime qué comes y te diré qué
bacterias tienes. El intestino, nuestro segundo cerebro”. (Prólogo). Grijalbo.
(@iglesias.paulino)
1. Cada bocado cuenta.
“Aunque se trate de un campo de investigación muy extenso y
bastante reciente, considero interesante y motivador conocer el impacto que
tiene cada bocado de alimento que nos metemos en la boca, y no solo con
respecto a la salud gástrica sino también a la mental, hormonal e inmunológica.
Cada bocado cuenta, y más en estos tiempos en los que somos cada vez más
adictos a la comida basura y rápida, hábito que predispone a la población a una
mayor exposición a enfermedades inmunes, depresión, ansiedad, etcétera. Esto
ocurre porque nuestros comensales del intestino —las bacterias— esperan
recibir un tipo de alimento tradicional que no llega, por lo que acaban
extinguiéndose o alimentándose de algo que no toca”.
Y sobre estos comensales, bacterias o bichitos, que tan
graciosamente aparecen dibujados a lo largo del libro, Blanca nos cuenta que generan
compuestos muy beneficiosos para nuestra salud física y mental.
2. La genética no lo es todo.
“La genética no lo es todo, es cierto, pero ahora sabemos
que podemos llegar a no desarrollar ciertas enfermedades, aun teniendo
predisposición genética a ellas. Podemos influir a través de nuestra epigenética,
es decir, todo lo que rodea a la genética: nuestro estilo de vida, incluida la
alimentación, el ejercicio, la salud mental, la exposición a tóxicos como el
tabaco o el alcohol, y muchos otros factores”.
3. “Papel
importante en el estado de ánimo”
“Uno de los beneficios más importantes que nos proporciona la
microbiótica intestinal (los bichitos que viven en nuestro intestino) son
la síntesis de vitaminas, ácidos grasos de cadena corta como el butirato, el
propionato o el acetato, que nos proporciona un 10% de la energía, ya que
ayudan a producir glucosa en el intestino de manera natural, lo que quiere
decir que una persona que no come bien y no produce estos ácidos grasos tendrá
que buscar esa energía a través de hidratos de carbono de rápida absorción como
los bollos o las galletas. Esta producción natural te hará sentir más saciado. Además,
fabrican más del 80 % de los neurotransmisores del cerebro, como la serotonina
y la dopamina, por lo que tendrán un papel importante en el estado de ánimo”
García-Orea, B. (2021): “Dime qué comes y te diré qué
bacterias tienes. El intestino, nuestro segundo cerebro”. (págs. 25 y 26).
Grijalbo.
4. “El eje
intestino-cerebro”
“El eje intestino-cerebro modula las funciones cerebrales,
como el comportamiento emocional y la capacidad de respuesta al estrés…Cada vez
hay más evidencias que sugieren que la microbiota se ve afectada en aquellas
personas que padecen enfermedades neuropsiquiátricas como el autismo, la
ansiedad y la depresión. En estos casos, la dieta puede ser de gran ayuda
para mejorar la composición de la microbiota intestinal y, por tanto, el
comportamiento. El aumento de la permeabilidad intestinal y las alteraciones de
la microbiota podrían ser una de las causas de un deterioro inmunológico y
asociarse a trastornos psiquiátricos”.
5. “Autolimpieza”
Blanca García-Orea Haro recomienda facilitar la “autolimpieza”,
llevando a cabo un ayuno intermitente muy fácil de realizar entre comida
y comida; el ayuno diurno de 2 o 4 horas y el nocturno de 12 horas (por
ejemplo, desde las 21.00 a 9.00 horas). Durante el ayuno, se activa un proceso
de limpieza periódico en el intestino que elimina los restos de comida y
posibles bacterias malas. Entre los beneficios de la “autolimpieza” que nos
señala Blanca destaco:
“…uno de los grandes beneficios del ayuno es que nos
sentimos con más energía, porque aumenta la adrenalina…Otro beneficio muy
importante es la “autolimpieza” del aparato digestivo. Durante el ayuno, se
activa un proceso de limpieza periódico, cuya función es barrer y limpiar el
intestino de los restos procedentes de la digestión, por lo que ayuda a mejorar
las indigestiones, los gases, la hinchazón y el sobrecrecimiento bacteriano”.
“Es importante que este sistema (autolimpieza) funcione bien
porque, además, el tipo de composición bacterias de tu intestino, es decir, si
tienes más bacterias malas que buenas, te hará sentir menos saciedad y más
hambre, ya que las bacterias beneficiosas incrementan la producción de
péptidos saciantes capaces de informar al cerebro sobre cuándo parar de comer;
en cambio, las bacterias perjudiciales inhiben la secreción de estos péptidos,
por lo que tendremos más hambre. En resumidas cuentas, las bacterias malas nos
harán engordar”.
6. “Somos lo que absorben nuestras bacterias”
“Recapitulando toda la información que hemos ido viendo,
sacamos la conclusión de que, cuando nos alimentamos, estamos, a la vez,
alimentando a los cientos de billones de microbios que hablan en nuestro
intestino. Por tanto, podríamos afirmar que realmente “no somos lo que
comemos” sino que “somos lo que absorben nuestras bacterias”, porque son
ellas las que van a transformar estos alimentos en productos beneficiosos para
nosotros”.
García-Orea, B. (2021): “Dime qué comes y te diré qué
bacterias tienes. El intestino, nuestro segundo cerebro”. (pág. 125). Grijalbo.
-
“Qué y cómo hay que comer”.
-
“Enganchados al azúcar”.
-
“Las dietas”.
- “Receta”.
En la Conclusión del libro, Blanca nos señala su reto
profesional:
“Ahora que empezamos
a entender el lenguaje que habla nuestro intestino, solo tenemos que
escucharlo. Si después de leer este libro no he conseguido que tu objetivo
no sea adelgazar, sino mejorar tu salud, me plantearé dedicarme a otra cosa”.
García-Orea, B. (2021): “Dime qué comes y te diré qué
bacterias tienes. El intestino, nuestro segundo cerebro”. (pág. 247). Grijalbo.
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