Tras el éxito de Una mente con mucho cuerpo, la psiquiatra y divulgadora Rosa
Molina
(Instagram @dr.rosamolina) nos ofrece
su nuevo libro, Tus microtraumas, una guía para identificar y curar las heridas
emocionales que forman parte de nuestra vida cotidiana.
La doctora Rosa Molina es especialista
en psiquiatría en el Hospital Universitario Clínico San Carlos (Madrid). Es
máster en Neurociencia, doctora por la Universidad Complutense de Madrid y
docente universitaria. Ha coordinado la sección de Neurociencia Clínica de la
AEN (Asociación Española de Neuropsiquiatría), ha publicado diversos artículos
científicos y actualmente realiza una importante actividad de divulgación en
salud mental a través del pódcast “De piel a cabeza”, su canal de Instagram
@dr.rosamolina y otros medios de comunicación.
Querido lector y lectora del libro “Tus microtraumas” te extraigo tres
aprendizajes sencillos y útiles para el desenvolvimiento personal:
1. La diferencia entre el trauma y el
microtrauma.
2. La influencia del estrés causado
por los microtraumas en la inflamación de bajo grado.
3. La estrategia final para la
superación de los microtraumas.
Y me despido explicando la expresión
que me encantó: “Crece silenciosamente”.
En el capítulo 3 titulado el trauma no es un hecho es un proceso,
la psiquiatra nos plantea la siguiente pregunta: ¿Trauma o microtrauma?
“Hasta ahora, al hablar de sucesos traumáticos
hemos evocado fundamentalmente situaciones graves como catástrofes naturales,
agresiones, guerras, violaciones, y es normal, porque es la forma más destacada
en la que se entiende el trauma a pie de calle y la más sencilla de visualizar.
Sin embargo, en la actualidad sabemos que hay hechos aparentemente menores que
pueden llegar a producir, en determinadas circunstancias, el mismo daño que un
trauma mayor.
Hablamos de situaciones que no son de
“alto voltaje”, no son una amenaza para la vida o integridad del sujeto, pero
que para algunos individuos se convierten en sucesos traumáticos que dejan una
huella duradera. Esto muestra que el concepto restrictivo de trauma que
habitualmente usamos en la clínica no responde a todo lo que vemos.
Por ejemplo: una ruptura de pareja o
recibir críticas en el trabajo, que se consideran situaciones estresantes para
cualquier individuo, pero que generalmente solo desestabilizarían durante un
tiempo limitado al sujeto, podrían sin embargo convertirse en un suceso
traumático para algunas personas, que pueden precisar ayuda o tratamiento psicológico
para superarlas. Esto puede estar causado por su interacción con una
vulnerabilidad previa del sujeto o bien por el efecto acumulativo de diversos
sucesos similares, es decir, por su tendencia a repetirse en el tiempo. Y aquí
es donde entra el concepto de microtrauma (o trauma con t minúscula o t
pequeña).
[…]
Para entender mejor la diferencia
entre trauma y microtrauma, podemos imaginar los primeros como sucesos que
rompen nuestro equilibrio psicológico en un abrir y cerrar de ojos mientras que
los segundos causan una erosión continua y progresiva, pero no por ello menos
dañina. En ambos casos, la consecuencia es una herida abierta que duele y hay
que tratar.
La psicóloga irlandesa Noreen Barron
lo describía así en su perfil de Instagram: teniendo en cuenta que los sucesos
traumáticos son estresantes y, por lo tanto, aumentan nuestros niveles de
cortisol, que es la hormona del estrés, el trauma equivaldría a una taza llena
de cortisol, y el microtrauma, a la suma de veinte cucharadas.
Estos microtraumas quedan en nuestro
interior influyendo y marcando nuestras emociones, pensamientos y conductas”.
En el capítulo 2 Características del trauma Rosa Molina nos cuenta cómo el trauma o
microtrauma pueden ocasionar una inflamación de bajo grado:
“El estrés crónico que provocan las
experiencias traumáticas y microtraumáticas se traducen también en alteraciones
del sistema inmune, endocrino e incluso digestivo. Por ejemplo, un alto nivel
de cortisol sostenido en el tiempo puede alterar la microbiota intestinal y
contribuir a la inflamación de bajo grado, un fenómeno que el destacado
neuroendocrinólogo y experto en estrés Robert Sapolsky aborda en su libro ¿Por qué las cebras no tienen úlceras?, donde
explica que esta inflamación de bajo grado se relaciona con todo tipo de
problemas de salud como enfermedades cardiovasculares, digestivas, obesidad,
depresión y ansiedad.
La inflamación de bajo grado es un
estado de inflamación crónica y de bajo nivel que persiste en el cuerpo durante
períodos prolongados de tiempo. En comparación con la inflamación aguda, que es
una respuesta inmediata y temporal del sistema inmune, la de bajo grado es de
menor intensidad, pero tiende a cronificarse. Sus causas se relacionan con el
estrés crónico, la obesidad, la falta de actividad física, la mala alimentación
o la exposición a ambientes relacionales
tóxicos. A pesar de ser un mecanismo natural, la respuesta inflamatoria
mantenida en el tiempo frente a este
tipo de situaciones puede ser perjudicial para la salud y se relaciona con
enfermedades cardiovasculares, autoinmunes, neurodegenerativas (como la
enfermedad de Alzheimer) e incluso con ciertos tipos de cáncer.
La inflamación de bajo grado es
difícil de detectar, porque no acostumbra a mostrar síntomas evidentes. Sin
embargo, se está empezando a relacionar con determinados marcadores en sangre,
como la proteína C reactiva (PCR), entre otros. La forma de combatir esta inflamación de bajo grado consiste en
adquirir determinados hábitos considerados antiinflamatorios, como el ejercicio
físico, la dieta saludable, el descanso suficiente o la gestión del estrés”.
Molina, R. (2023): “Tus
microtraumas. Cómo identificar tus heridas emocionales para que tu pasado no
condicione tu futuro”. (pp.
63 y 64). Paidós.
“Crece
silenciosamente” es lo que te deseo mi querido lector o lectora.
Como cuenta Rosa Molina:
“A veces lo que necesitamos es silencio para poder recomponernos y también para poder crear. Confucio decía: “Una semilla crece sin sonido, pero un árbol cae con un ruido enorme. La destrucción tiene ruido, pero la creación es silenciosa. Este es el poder del silencio”, Crece silenciosamente.
Necesitamos más silencio y menos ruido en nuestro día a día, y esto es aplicable a muchas facetas de nuestra vida. Estamos en la era de la multitarea y el ruido mental. A veces modificar ciertos hábitos nos puede proporcionar mayor bienestar y calidad de vida”.
Molina, R. (2023): “Tus
microtraumas. Cómo identificar tus heridas emocionales para que tu pasado no
condicione tu futuro”, (p.
244). Paidós.
“Aprende, comparte y sonríe”.
(Ins.:@iglesias.paulino)
Un saludo muy afectuoso.
Paulino.
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